sábado, 27 de febrero de 2016

FUNDACIÓN DE TIERRALTA


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FUNDACIÓN DE TIERRALTA 

PRESENTACIÓN

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La mayoría de los nativos que todavía vivimos y sentimos el calor de nuestro pueblo, que lo recordamos con nostalgia, que evocamos los recuerdos de nuestra infancia y aún de nuestra adolescencia con sabor a inocencia, sabemos quién fue el fundador de TIERRALTA.
Pero tal vez, usted como yo, nos hemos interrogado más de una vez él POR QUÉ Y CÓMO, se fundó nuestro pueblo. Y al indagar obtenemos respuestas poco convincentes con relatos fragmentados y distantes de la realidad.

 Pues bien, con el deseo de obtener la verdadera respuesta y viendo la indiferencia patética de quienes habiendo podido realizar mucho antes la historia real de “TIERRALTA”; le han dado prelación e importancia a hechos que suceden casi a diario. Han preferido mostrar lo negativo, lo ridículo, las injusticias ante la opinión pública, descuidando y postergando su compromiso cultural con su pueblo.

Esta investigación muestra la verdadera historia de TIERRALTA, la he realizado con el deseo de aportar, de contribuir en algo al patrimonio cultural de la tierra que me vio nacer.

Para los que aún ignoran el pasado de su pueblo lo conozcan, para que las nuevas generaciones tomen conciencia del esfuerzo realizado por nuestros primeros pobladores, que luchando codo a codo, de sol a sol, venciendo cualquier obstáculo lograron sacar adelante a su pueblo, esto que sirva de ejemplo para tomar determinaciones que contribuyan al desarrollo y progreso de nuestro terruño, para que seamos más solidarios y menos egoístas, para que digamos con orgullo a nuestros visitantes, éste es mi pueblo... 

Fue una labor ardua, difícil ya que sólo disponía del corto tiempo de vacaciones cuando venía a mi pueblo para ahondar en la investigación y por supuesto, no existían testigos presénciales de la época, sino escritos fragmentados, conocimientos por referencias de nuestros ancestros; tuve la fortuna de encontrar personas que contribuyeron a la realización de este trabajo, Adonay Jaramillo Garrido y Mariano Martínez Hernández que son testigos presenciales de este trabajo y que me acompañaron a realizar estas investigaciones, también tuve la fortuna de encontrar memorias prodigiosas y lúcidas como la de Manuel Domingo Nerio, Ezequiel Calle, Alberto Zurita Díaz y Carmela Zúñiga, escritos dejados por “Pacho” Soto, la colaboración de Alberto Gutiérrez, Alcalde Municipal de ese entonces y los señores Abraham Salcedo Castro(QEPD), y el reverendo Pbro. Sergio Restrepo (QEPD) y otros que sin su concurso no hubiese sido posible realizar esta investigación, a ellos quiero expresarles mis más sinceros sentimientos de gratitud.

La historia tiene como actor principal al hoy apacible río Sinú, repleto de tantas riquezas ictiológicas y henchido de relatos que tienen más de fantasías maravillosas que históricos o verdaderos de los primeros hombres, que en sus embarcaciones surcaron las aguas sinuanas, ha sido obra del Maestro, de ese ser sobrenatural que hizo del sitio en que hoy vivimos, un lugar agradable, donde pasamos los primeros años de nuestras vidas, colmado hoy de todo lo malo y bueno que llegó con la civilización.

Juan Berrocal escribió: ”TIERRALTA tuvo su origen en la fatalidad”, donde un grupo de familias sin previa cita se reúne para tratar de alcanzar la supervivencia, buscan tierra alta donde poder resguardarse de la lluvia, del lodo, del ímpetu de la corriente del Sinú, de la zozobra y el peligro.
El destino los conduce al “puerto del “Higo”[1], donde una estera de vendeaguja y canutillo sin estrenar, alberga a los asustadizos visitantes, que lanzan gritos de ilusiones y esperanzas que repercutían al eco insondable de la montaña que veían adornadas por grandes árboles de tupido follaje y estos engalanados con sus enormes monos, guacharacas, guacamayas y turpiales.

Era el paraíso,  donde un  día  quien  escribe encontró en su gente y en su paisaje elementos de inspiración.

Espero que cuando estés leyendo estas líneas, sonrías y pienses más en tu pueblo como yo lo he hecho, sin el menor  interés de despertar polémicas, por el contrario para que tengamos una identidad propia.




Jorge Luis Rosso Chaves














 

FUNDACIÓN DE TIERRALTA

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I.              ANTECEDENTES
II.            FUNDACIÓN - RESEÑA HISTÓRICA




                                                                                                               I.       ANTECEDENTES ANTES DE LA FUNDACIÓN



Tierralta tuvo comienzos a orillas del gallardo y majestuoso río Sinú, en su parte alta y oriental teniendo como factor físico importante el río, principal vía de transporte tanto de personas como de productos de la región, que iban con destino a Montería y a otros lugares de la costa norte.

Por ser cause de formación joven e inestable y por la presencia de recovecos o meandros, durante las épocas de invierno las crecientes e inundaciones arrasaban con cultivos y viviendas; factor este que incidió para que los primeros pobladores se asentaran en la orilla oriental del río (ocupación actual) desarrollándose en forma radial y de semicírculo.

Para los años 1840, ya subían hombres por las aguas del Sinú  (Víctor Dujardín, Luis Striffler y Alberto Lacharme) en busca de oro, dando inicio al proceso de colonización del Alto Sinú. A este empuje de colonización se ligaron gentes del Bajo y Medio Sinú iniciando la extracción de productos como el canime, el caucho, la zarzaparrilla y raicilla de lo cual eran una despensa rica e inexplorada las extensas zonas montañosas y vírgenes del Alto Sinú. Se incrementó el transporte fluvial de productos, mercancías y pasajeros.
En el año de 1882 empiezan a entrar compañías francesas y norteamericanas para explotar madera; en ese subir y bajar de personas aventureras unas, trabajadoras otras, se forman caseríos en las márgenes del Sinú, siendo las más notables: Tres Palmas, Las Palomas, Río Nuevo, Barro Blanco (finca de Trinidad Díaz), Puerto de las Flores, cerca del sitio de la      desembocadura de la quebrada del Juy, donde vivían el Mello Hernández y Ana Clara Cuavas y por último el caserío de Tucurá.

Las canoas demoraban días en el sitio llamado el Campano, por los lados de Playa Rica, margen izquierda del río, donde vivían Víctor Santero, Esteban León y Ana Tordecilla y sus hijas; Isabel, Concha, Ana María, Cristeta y Pastora, tan hermosas que como ninfas atraían a los navegantes que se deslizaban en sus embarcaciones por las turbulentas y turbias aguas del Sinú.


Debido a las atenciones brindadas a los viajantes osados de la época, éstos realizaban parrandas con sancochos y tomaban ron “ñeque”, el más puro fermento de la caña de azúcar que destilaban los alambiques de ese entonces, se escuchaban vals y pasodobles al ritmo de los acordeones de José Ruiz y Jesús Mesa. 

Cargadas nuevamente sus energías, alegres y llenos de coraje y esperanza, estos navegantes continuaban su viaje que los acercaría un poco más a su destino,..., el caserío de Tucurá.

No muy lejos del Campano, en la misma margen izquierda se encontraba el caserío del MANGUITO, frente a lo que hoy es Tierralta; allí vivían los hermanos  Eligio, Juan, y José cCleofe León Negrete. Los viajeros continuaban su viaje pasando por lo que hoy es Carrizola (antes finca de Alejandro Fuentes), el Cabrero (finca de Oscar Salazar, Cirílo Jiménez y de Santiago Zúñiga), seguían remando en dirección contraria a la corriente del río, lo que hacía más difícil y tedioso el largo viaje, teniendo como compañeros inseparables el susurro de las aguas, el croar de las ranas, el canto de las aves, el continuo acechar de los caimanes y serpientes, que hacía más  peligrosa la travesía y para remate el sofocante sol que calcinaba la piel.

         Después de varios días de fatiga arribaban al caserío de Tucurá, donde veían coronar su objetivo. Comenzaba luego el intercambio de productos de la región por mercancías, jarabes, “gas” (petróleo), azúcar, calillas (tabaco de inferior calidad), sal, vestidos, etc.

Algunos de estos navegantes regresaban a su lugar de origen, cargados de experiencias, repletos de recuerdos indelebles, de aventuras increíbles. Otros con deseo de probar mayor suerte y sin fijar fecha de regreso, desafiaban los peligros de la región con la esperanza de hacer fortuna.
Conocedores la familia León Negrete de los estragos que ocasionaban las avenidas y “barrejobos del Sinú, Eligio León Negrete decide construir un rancho rústico de techo pajizo en la margen derecha del río, lo cual se constituye en el primer rancho construido en lo que sería más tarde el pueblo de   Tierralta. Aquí se decide  a picar montañas, a cultivar rústicamente y obtener el sustento para su familia.

Sigue  su ejemplo su hermano Juan León, quien en terrenos adyacentes, lo que más tarde sería “Barrio Vendeaguja”, hoy 19 de marzo, toma terrenos baldíos y sigue igual tarea que su hermano Eligio.

Por ese entonces, llegan procedentes del bajo Sinú, la familia integrada por los hermanos Enrique, Abel y Domingo Martínez Zurita. Se instalan en la ribera izquierda del río, a causa de la espesa montaña que se notaba en la orilla opuesta.                     
Desconociendo los peligros que traían las corrientes del río en épocas de invierno, los nuevos habitantes preferían en primera instancia ubicarse en la margen izquierda que aparentemente presentaba menos peligro por no ser tan montañosa; así lo corrobora la llegada de los hermanos Zurita.

Estos siguiendo el ejemplo de los León, deciden establecerse más tarde en la orilla derecha y construyen su enramada cerca de un árbol grande de higuerón que más tarde fue llamado “Puerto del Higo, buscando tierra alta, es decir un lugar seguro contra las inundaciones, aquí extienden sus dominios hasta las orillas de la quebrada del “Juy”.

Por los años 1908, llegan procedentes de Montería, hoy la capital de Córdoba la familia compuesta por Pedro Mejía Uribe y Rosa Tordecilla Tapias y sus hijos: José María, Horacio, Ubensa, Isabel, Carmela y Francisco Antonio y se ubican a orillas del río Sinú, en el sitio llamado hoy “ Las Balsas”, donde vivían Mariano Reyes y Luis Pacheco, se dedican a labores agrícolas, cosechando especialmente arroz, maíz, plátano y con regularidad sus anzuelos y arpones pescaban  bocachicos, moncholos, lisetas, charúas y otros peces que abundaban en el Sinú. 

Entre los muchos viajeros que subían y bajaban por el majestuoso Sinú, aparece entre ellos Santiago Canabal Romero, cartagenero de nacimiento, platero de profesión, quien con ofrendas de oro y alhajas logra conquistar a Pastora León Tordecilla, estampa de la mujer sinuana, con quien contrae matrimonio, después de haberlo hecho Vespertina Zurita Morelos y Enrique Martínez Zurita, que es el primer matrimonio católico que se tenga noticia por estos lares. También se casó Manuel E. Ruiz con Luisa León.

La unión de Pastora León y Canabal es rota más tarde, Santiago se dirige río arriba, lleno de esperanzas sin fundamentos, buscando nuevas aventuras o quizás, la forma de seguir cambalachando sus alhajas y piedras preciosas por nuevos amoríos.
Al arribar al sitio “las balsas”, llega a casa de Rosa Tordecilla, quien tiene unas hijas no menos hermosas que las Leones. Con el transcurrir del tiempo Santiago Canabal hace vida marital con Ubensa Mejía, hija de Rosa Tordecilla.





                                                                                                                  II.        FUNDACIÓN – RESEÑA HISTÓRICA
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A mediados de noviembre de 1909, en las cabeceras del río Sinú llueve torrencialmente y repite uno de sus acostumbradas crecientes o barrejobos,[2] tan fuerte que la margen izquierda del río se inunda, colocando en peligro  las vidas y enseres de dos, tres o más familias que habitaban dicha ribera, es aquí cuando Santiago Canabal acompañado de Patricio Tordecilla y posiblemente de José María Mejía, notan que el nivel de las aguas subía en forma acelerada, que llovía copiosamente y que cada momento arreciaba  con más fuerza, ya algunos lugares aledaños se encontraban inundados, ante la contingencia inminente de desarrollo de un suceso fatal, se deciden a buscar un lugar seguro, que no ofreciera el peligro de anegarse, una tierra  alta donde llevar a sus familias.

El  ímpetu de la corriente no da espera, sólo para recoger apresuradamente algunos “trastos” de cocina, dos puños de arroz, el perro, la rula[3], la atarraya y el canalete.

Con mirada perpleja sus familiares abordan la canoa, tal vez pensando en lo dudoso e incierto de su destino, pero que serían ingredientes indispensables para su salvación. Y siguiendo la corriente del río, desafiando los peligros de un río que arrastraba consigo troncos, árboles, llegan al frondoso higo que se  divisaba en la orilla opuesta (Puerto del Higo) donde estaban radicados los hermanos Martínez Zurita, donde se resguardaron hasta pasar la tempestad. También llegaron Manuel José Ruiz, Joaquín Hernández, Marcos Martínez y José Cleofás León y sus respectivas familias.

Al darse cuenta Canabal y sus compañeros  que estas tierras del lado derecho del río no se habían inundado, se trasladan definitivamente con sus familiares y lo poco que les había quedado.

Viendo Santiago Canabal que la mayoría de las familias y vecinos se encontraban reunidas en el rancho de los Martínez Zurita, sugiere la idea de formar un caserío anteponiendo la desagradable experiencia vivida días atrás.
El hermano mayor de los Martínez Zurita, Enrique,  después de cavilar por un rato, de conversar con sus hermanos, de dar vueltas y con sombrero en mano, atiende la sugerencia de los recién llegados y cede parte de sus terrenos (4 hectáreas) para dar albergue y sin pensar ni saber que con el tiempo estaba dando nacimiento a un gran pueblo.

Y es el 25 de Noviembre de 1909, cuando Santiago Canabal y Enrique Martínez  inician el trazado de la primera y futuras calles y la construcción de los primeros ranchos del caserío que más tarde recibiera el nombre de Tierra Alta, se construyen las primeras viviendas así: la de Manuel José Ruiz, José María Mejía, Joaquín Hernández, Marcos Martínez y José Cleofás León.
   Al principio los colonos ubicaban a la margen izquierda

Estas familias en rústicos techos pajizos dan comienzo a una nueva etapa de su vida. Con el tiempo siguen construyendo otros ranchos; como el de Gabriel y Gabino Velázquez, Luis Amín, más tarde lo hacen el maestro Lugo, constructor de canoas, Carmelo Morelo y José Ángel Blanquicet, cosecheros, Justa Padilla, partera Luis Tapia, José Mosquera pescador, Olegario Castellanos constructor,  y Clemente González matarife; habitan en la calle que más tarde se llamara “LOS TIESTOS”, nombre que recibió porque en ella se construían vasijas de barro por el “Ñaño Vega; ollas, tinajas y múcuras (vasijas de aquel entonces).

Para estos tiempos ya residían un poco retirados del Puerto del Higo, José Rassini italiano y Juana Vallet francesa y sus hijos Otilia y María y el mayor Félix, quienes llegaron a estas tierras huyendo del rigor de la guerra de los Mil Días, y se habían retirado del circo llegado de Europa. Estos se convierten en los primeros colonos en pisar las tierras donde hoy se asienta Tierralta.

Más tarde aparece Aníbal Salcedo Morales, recorriendo las riberas sinuanas en canoa, cargado de recuerdos nostálgicos, jarabes, vermífugos y quinina con que aliviaría algunas de las enfermedades tropicales que pululaban por el Alto Sinú.

Aparecen con los días, meses otros pobladores que se   instalan en el “Puerto de los Chivos”, cerca al Puerto de  Mamary[4] como el señor Padilla, el “paisa” Bolívar, Encarnación Palencia, Santander Brunal y Londoño, entre otros.

Salcedo Morales llega al naciente caserío y se hospeda en casa de Rosa Tordecilla, con el correr del tiempo hace vida marital con Isabel, de cuya unión nacen Elida y Horacio.

Vinculado definitivamente al pueblo Aníbal Salcedo contribuye al progreso de la naciente población. Contrae matrimonio con Enriqueta Castro, en este hogar nacen Abraham Antonio y Flora Fermina verdaderos y auténticos hijos de Tierralta.

El Pueblo continúa creciendo y van llegando otras familias a formar parte de él; Manuel Cabrales Pérez (Macapé), Pedro Camaño; los años pasan rápidamente y una oleada de pioneros del progreso de los años 20, invaden a la región; Rafael Anaya, Cristóbal Rosso Pereira, Alejandro López, Carlos Rosales, el “turco Guaricongo”, David y Gilberto Ruiz, Adam Gómez, Bernardo Zúñiga, Alcibíades Urueta, Lorenzo de Castro, los hermanos Puche, Jaramillo (Pantaleón, Hilario), Calazanc Calonge, Sergio Assías, Pedro Cabria, Gabriel Cabrales, Emilio Cura, Diego Fernández Cogollo, Fernando Doval, Juan Montero, Jorge Salúm, José Nerio y otros cuyos nombres se nos escapan involuntariamente.

Con este puñado de hombres con sus respectivas  familias, el caserío se fue extendiendo y aparece el trazado de nuevas calles, avenidas y callejones que toman nombres peculiares y simpáticos: Calle de los TIESTOS, avenida de los CHIVOS, la ley del TIEMPO, la CONVENIENCIA, las FLORES, algunas hoy desaparecidas por las arremetidas del río contra la población el 20 de agosto de 1932.


                                                                     III.       PERSONAS QUE APORTARON ELEMENTOS DE PROGRESO
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l devenir de los tiempos trajo para la joven población un empuje de progreso a pesar de la modestia de espíritu de sus hijos, hombres que empapados de sudor tumbaron selvas de sol a sol, que el trabajo les servía de distracción y se embriagaban del hermoso paisaje que a sus ojos brindaba la naturaleza.

De esos viejos patriarcas, vive el recuerdo de sus obras, las nuevas generaciones podrán agregar lo que depare el porvenir, pero queda latente el ejemplo de una legión de hombres que hicieron patria, por una región llena de leyendas.

Veamos una lista de personas que hicieron o aportaron obras de progreso y trajeron novedades a la región:


La primera iglesia:           Construida por David y Reinaldo Ruiz en 1919, la madera (horcones) es donada por Aníbal Salcedo. Esta iglesia es remplazada por una de tabla, construida por Dámaso Horta.

Primer sacerdote.                Arístides Mendoza
     José Gómez
Primer sacerdote nativo      Julio César Vidal Ortiz
Primer obispo                      Julio César Vidal Ortiz
Primer párroco                     Telmo Padilla
Primeros policías                 Eusebio Reyes
                                           José María Hernández
  Primer profesor                    Rafael Buelvas (sueldo $0.25 Ctvos)
  Primeros peluqueros            Francisco “Pacho” Soto
            Gilberto Ruiz 
      
  Primeros profesionales        Julio de Castro Herrera (Abogado)
Diego De Castro Jaramillo (Ingeniero Químico)
Primer zapatero                     Luis y Octavio Tordecilla
Primera escuela                     “El Carmen” de Manuela Tribiño
Primera directora
de escuela pública                 Raquel Cabrales
Primer cine mudo                  Santander Brunal
Primer teatro                          “ELVIRA” de Francisco Freja “CARIBE”, “EL TAY” de Luis de la Vega,  “QUIMARY” de Yadala Jalilie Silva, “HUMNEFA de Humberto Negrete Fajardo.

Primer teléfono                      Instalado a Cristóbal Rosso Pereira en 1936 por Digno Junieles.
Primer radio                           David Ruiz y Cristóbal Rosso Pereira.
Primer carro                           Julio Barón, después un ford de Rafael Anaya
Primer bus (chiva)                 Adán Gómez (la Paloma) y Cristóbal Rosso P. (el Gladys, el Oneida).
Primera bicicleta                    Luis de la Vega Luna y Dámaso Horta
Primera bicicleta con
motor                                      Miguel Freja
Primera planta eléctrica    Traída por José Rico Villamizar a los señores Ruperto León, Amaranto Corcho, Nicolás Vargas y Carlos Román.
Primera casa de Zinc             Construida  por David Ruiz para José Pantaleón Jaramillo, conocida como casa de Setrack.





[1] Lugar donde arrimaban las canoas
[2] Lluvias acompañadas con fuertes vientos que tumban árboles llamados “Jobos” en las riberas del río.
[3] Machete usado por los campesinos sinuanos
[4] Apellido extranjero, del Oriente medio

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