FUNDACIÓN DE TIERRALTA
PRESENTACIÓN
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La mayoría de los
nativos que todavía vivimos y sentimos el calor de nuestro pueblo, que lo
recordamos con nostalgia, que evocamos los recuerdos de nuestra infancia y aún
de nuestra adolescencia con sabor a inocencia, sabemos quién fue el fundador de
TIERRALTA.
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Pero tal vez, usted como yo, nos hemos interrogado más de
una vez él POR QUÉ Y CÓMO, se fundó nuestro pueblo. Y al indagar obtenemos
respuestas poco convincentes con relatos fragmentados y distantes de la
realidad.
Pues bien, con el
deseo de obtener la verdadera respuesta y viendo la indiferencia patética de
quienes habiendo podido realizar mucho antes la historia real de “TIERRALTA”;
le han dado prelación e importancia a hechos que suceden casi a diario. Han
preferido mostrar lo negativo, lo ridículo, las injusticias ante la opinión
pública, descuidando y postergando su compromiso cultural con su pueblo.
Esta investigación muestra la verdadera historia de
TIERRALTA, la he realizado con el deseo de aportar, de contribuir en algo al
patrimonio cultural de la tierra que me vio nacer.
Para los que aún ignoran el pasado de su pueblo lo conozcan,
para que las nuevas generaciones tomen conciencia del esfuerzo realizado por
nuestros primeros pobladores, que luchando codo a codo, de sol a sol, venciendo
cualquier obstáculo lograron sacar adelante a su pueblo, esto que sirva de
ejemplo para tomar determinaciones que contribuyan al desarrollo y progreso de
nuestro terruño, para que seamos más solidarios y menos egoístas, para que
digamos con orgullo a nuestros visitantes, éste es mi pueblo...
Fue una labor ardua, difícil ya que sólo disponía del corto
tiempo de vacaciones cuando venía a mi pueblo para ahondar en la investigación
y por supuesto, no existían testigos presénciales de la época, sino escritos
fragmentados, conocimientos por referencias de nuestros ancestros; tuve la
fortuna de encontrar personas que contribuyeron a la realización de este
trabajo, Adonay Jaramillo Garrido y Mariano Martínez Hernández que son testigos
presenciales de este trabajo y que me acompañaron a realizar estas
investigaciones, también tuve la fortuna de encontrar memorias prodigiosas y
lúcidas como la de Manuel Domingo Nerio, Ezequiel Calle, Alberto Zurita Díaz y
Carmela Zúñiga, escritos dejados por “Pacho” Soto, la colaboración de Alberto
Gutiérrez, Alcalde Municipal de ese entonces y los señores Abraham Salcedo
Castro(QEPD), y el reverendo Pbro. Sergio Restrepo (QEPD) y otros que sin su
concurso no hubiese sido posible realizar esta investigación, a ellos quiero
expresarles mis más sinceros sentimientos de gratitud.
La historia tiene como actor principal al hoy apacible río
Sinú, repleto de tantas riquezas ictiológicas y henchido de relatos que
tienen más de fantasías maravillosas que históricos o verdaderos de los
primeros hombres, que en sus embarcaciones surcaron las aguas sinuanas, ha sido
obra del Maestro, de ese ser sobrenatural que hizo del sitio en que hoy
vivimos, un lugar agradable, donde pasamos los primeros años de nuestras vidas,
colmado hoy de todo lo malo y bueno que llegó con la civilización.
Juan Berrocal escribió: ”TIERRALTA tuvo su origen en la
fatalidad”, donde un grupo de familias sin previa cita se reúne para tratar de
alcanzar la supervivencia, buscan tierra alta donde poder resguardarse de la
lluvia, del lodo, del ímpetu de la corriente del Sinú, de la zozobra y el
peligro.
El destino los conduce al “puerto del “Higo”[1],
donde una estera de vendeaguja y canutillo sin estrenar, alberga a los
asustadizos visitantes, que lanzan gritos de ilusiones y esperanzas que
repercutían al eco insondable de la montaña que veían adornadas por grandes
árboles de tupido follaje y estos engalanados con sus enormes monos,
guacharacas, guacamayas y turpiales.
Era el paraíso, donde
un día
quien escribe encontró en su
gente y en su paisaje elementos de inspiración.
Espero que cuando estés leyendo estas líneas, sonrías y
pienses más en tu pueblo como yo lo he hecho, sin el menor interés de despertar polémicas, por el
contrario para que tengamos una identidad propia.
Jorge Luis Rosso Chaves
FUNDACIÓN
DE TIERRALTA
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I.
ANTECEDENTES
II.
FUNDACIÓN - RESEÑA
HISTÓRICA
I.
ANTECEDENTES
ANTES DE LA FUNDACIÓN
Tierralta tuvo comienzos a orillas del
gallardo y majestuoso río Sinú, en su parte alta y oriental teniendo como
factor físico importante el río, principal vía de transporte tanto de personas
como de productos de la región, que iban con destino a Montería y a otros
lugares de la costa norte.
Por ser cause de formación joven e inestable y por la
presencia de recovecos o meandros, durante las épocas de invierno las
crecientes e inundaciones arrasaban con cultivos y viviendas; factor este que
incidió para que los primeros pobladores se asentaran en la orilla oriental del
río (ocupación actual) desarrollándose en forma radial y de semicírculo.
Para los años 1840, ya subían hombres por las aguas del Sinú
(Víctor Dujardín, Luis Striffler y
Alberto Lacharme) en busca de oro, dando inicio al proceso de colonización del
Alto Sinú. A este empuje de colonización se ligaron gentes del Bajo y Medio
Sinú iniciando la extracción de productos como el canime, el caucho, la zarzaparrilla
y raicilla de lo cual eran una despensa rica e inexplorada las extensas zonas
montañosas y vírgenes del Alto Sinú. Se incrementó
el transporte fluvial de productos, mercancías y pasajeros.
En el año de 1882
empiezan a entrar compañías francesas y norteamericanas para explotar madera;
en ese subir y bajar de personas aventureras unas, trabajadoras otras, se forman
caseríos en las márgenes del Sinú, siendo las más notables: Tres Palmas, Las
Palomas, Río Nuevo, Barro Blanco (finca de Trinidad Díaz), Puerto de las
Flores, cerca del sitio de la desembocadura
de la quebrada del Juy, donde vivían
el Mello Hernández y Ana Clara Cuavas y por último el caserío de Tucurá.
Las canoas demoraban días en el sitio llamado el Campano, por los lados de Playa Rica,
margen izquierda del río, donde vivían Víctor Santero, Esteban León y Ana
Tordecilla y sus hijas; Isabel, Concha, Ana María, Cristeta y Pastora, tan
hermosas que como ninfas atraían a los navegantes que se deslizaban en sus
embarcaciones por las turbulentas y turbias aguas del Sinú.
Debido a las atenciones brindadas a los viajantes osados de
la época, éstos realizaban parrandas con sancochos y tomaban ron “ñeque”, el
más puro fermento de la caña de azúcar que destilaban los alambiques de ese
entonces, se escuchaban vals y pasodobles al ritmo de los acordeones de José
Ruiz y Jesús Mesa.
Cargadas nuevamente sus energías, alegres y llenos de coraje
y esperanza, estos navegantes continuaban su viaje que los acercaría un poco
más a su destino,..., el caserío de Tucurá.
No muy lejos del Campano, en la misma margen izquierda se
encontraba el caserío del MANGUITO, frente a lo que hoy es Tierralta; allí
vivían los hermanos Eligio, Juan, y José
cCleofe León Negrete. Los viajeros continuaban su viaje pasando por lo que hoy
es Carrizola (antes finca de
Alejandro Fuentes), el Cabrero
(finca de Oscar Salazar, Cirílo Jiménez y de Santiago Zúñiga), seguían remando
en dirección contraria a la corriente del río, lo que hacía más difícil y
tedioso el largo viaje, teniendo como compañeros inseparables el susurro de las
aguas, el croar de las ranas, el canto de las aves, el continuo acechar de los
caimanes y serpientes, que hacía más
peligrosa la travesía y para remate el sofocante sol que calcinaba la
piel.
Después de varios días de fatiga arribaban al caserío de Tucurá, donde veían coronar su objetivo.
Comenzaba luego el intercambio de productos de la región por mercancías,
jarabes, “gas” (petróleo), azúcar, calillas (tabaco de inferior calidad), sal,
vestidos, etc.
Algunos de estos navegantes regresaban a su lugar de origen,
cargados de experiencias, repletos de recuerdos indelebles, de aventuras
increíbles. Otros con deseo de probar mayor suerte y sin fijar fecha de
regreso, desafiaban los peligros de la región con la esperanza de hacer
fortuna.
Conocedores la familia León Negrete de los estragos que
ocasionaban las avenidas y “barrejobos del Sinú, Eligio León Negrete decide
construir un rancho rústico de techo pajizo en la margen derecha del río, lo
cual se constituye en el primer rancho construido en lo que sería más tarde el
pueblo de Tierralta. Aquí se
decide a picar montañas, a cultivar
rústicamente y obtener el sustento para su familia.
Sigue su ejemplo su
hermano Juan León, quien en terrenos adyacentes, lo que más tarde sería “Barrio Vendeaguja”, hoy 19 de marzo,
toma terrenos baldíos y sigue igual tarea que su hermano Eligio.
Por
ese entonces, llegan procedentes del bajo Sinú, la familia integrada por los
hermanos Enrique, Abel y Domingo Martínez Zurita. Se instalan en la ribera
izquierda del río, a causa de la espesa montaña que se notaba en la orilla
opuesta.
Desconociendo los peligros que traían las corrientes del río
en épocas de invierno, los nuevos habitantes preferían en primera instancia
ubicarse en la margen izquierda que aparentemente presentaba menos peligro por
no ser tan montañosa; así lo corrobora la llegada de los hermanos Zurita.
Estos siguiendo el ejemplo de los León, deciden establecerse
más tarde en la orilla derecha y construyen su enramada cerca de un árbol
grande de higuerón que más tarde fue llamado “Puerto del Higo”,
buscando tierra alta, es decir un lugar seguro contra las inundaciones, aquí
extienden sus dominios hasta las orillas de la quebrada del “Juy”.
Por los años 1908, llegan procedentes de Montería, hoy la
capital de Córdoba la familia compuesta por Pedro Mejía Uribe y Rosa Tordecilla
Tapias y sus hijos: José María, Horacio, Ubensa, Isabel, Carmela y Francisco
Antonio y se ubican a orillas del río Sinú, en el sitio llamado hoy “ Las Balsas”, donde vivían Mariano Reyes
y Luis Pacheco, se dedican a labores agrícolas, cosechando especialmente arroz,
maíz, plátano y con regularidad sus anzuelos y arpones pescaban bocachicos, moncholos, lisetas, charúas y
otros peces que abundaban en el Sinú.
Entre los muchos viajeros que subían y bajaban por el
majestuoso Sinú, aparece entre ellos Santiago Canabal Romero, cartagenero de
nacimiento, platero de profesión, quien con ofrendas de oro y alhajas logra
conquistar a Pastora León Tordecilla, estampa de la mujer sinuana, con quien
contrae matrimonio, después de haberlo hecho Vespertina Zurita Morelos y
Enrique Martínez Zurita, que es el primer matrimonio católico que se tenga
noticia por estos lares. También se casó Manuel E. Ruiz con Luisa León.
La unión de Pastora León y Canabal es rota más tarde,
Santiago se dirige río arriba, lleno de esperanzas sin fundamentos, buscando
nuevas aventuras o quizás, la forma de seguir cambalachando sus alhajas y
piedras preciosas por nuevos amoríos.
Al arribar al sitio “las balsas”, llega a casa de Rosa
Tordecilla, quien tiene unas hijas no menos hermosas que las Leones.
Con el transcurrir del tiempo Santiago Canabal hace vida marital con Ubensa
Mejía, hija de Rosa Tordecilla.
II.
FUNDACIÓN – RESEÑA HISTÓRICA
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A mediados
de noviembre de 1909, en las cabeceras del río Sinú llueve torrencialmente y repite
uno de sus acostumbradas crecientes o barrejobos,[2]
tan fuerte que la margen izquierda del río se inunda, colocando en peligro las vidas y enseres de dos, tres o más
familias que habitaban dicha ribera, es aquí cuando Santiago Canabal acompañado
de Patricio Tordecilla y posiblemente de José María Mejía, notan que el nivel
de las aguas subía en forma acelerada, que llovía copiosamente y que cada
momento arreciaba con más fuerza, ya
algunos lugares aledaños se encontraban inundados, ante la contingencia
inminente de desarrollo de un suceso fatal, se deciden a buscar un lugar
seguro, que no ofreciera el peligro de anegarse, una tierra alta donde llevar a sus familias.
El ímpetu de la
corriente no da espera, sólo para recoger apresuradamente algunos “trastos” de
cocina, dos puños de arroz, el perro, la rula[3],
la atarraya y el canalete.
Con mirada perpleja sus familiares abordan la canoa, tal vez
pensando en lo dudoso e incierto de su destino, pero que serían ingredientes
indispensables para su salvación. Y siguiendo la corriente del río, desafiando
los peligros de un río que arrastraba consigo troncos, árboles, llegan al
frondoso higo que se divisaba en la
orilla opuesta (Puerto del Higo) donde estaban radicados los hermanos Martínez
Zurita, donde se resguardaron hasta pasar la tempestad. También
llegaron Manuel José Ruiz, Joaquín Hernández, Marcos Martínez y José Cleofás
León y sus respectivas familias.
Al darse cuenta Canabal y sus compañeros que estas tierras del lado derecho del río no
se habían inundado, se trasladan definitivamente con sus familiares y lo poco
que les había quedado.
Viendo Santiago Canabal que la mayoría de las familias y
vecinos se encontraban reunidas en el rancho de los Martínez Zurita, sugiere la
idea de formar un caserío anteponiendo la desagradable experiencia vivida días
atrás.
El hermano mayor de los Martínez Zurita, Enrique, después de cavilar por un rato, de conversar
con sus hermanos, de dar vueltas y con sombrero en mano, atiende la sugerencia
de los recién llegados y cede parte de sus terrenos (4 hectáreas) para dar
albergue y sin pensar ni saber que con el tiempo estaba dando nacimiento a un
gran pueblo.
Y es el 25 de Noviembre de 1909, cuando
Santiago Canabal y Enrique Martínez inician el trazado de la primera y futuras
calles y la construcción de los primeros ranchos del caserío que más tarde
recibiera el nombre de Tierra Alta, se construyen las
primeras viviendas así: la de Manuel José Ruiz, José María Mejía, Joaquín
Hernández, Marcos Martínez y José Cleofás León.
Al principio los
colonos ubicaban a la margen izquierda
Estas familias en rústicos techos pajizos dan comienzo a una
nueva etapa de su vida. Con el tiempo siguen construyendo otros ranchos; como
el de Gabriel y Gabino Velázquez, Luis Amín, más tarde lo hacen el maestro
Lugo, constructor de canoas, Carmelo Morelo y José Ángel Blanquicet, cosecheros,
Justa Padilla, partera Luis Tapia, José Mosquera pescador, Olegario Castellanos
constructor, y Clemente González
matarife; habitan en la calle que más tarde se llamara “LOS TIESTOS”, nombre
que recibió porque en ella se construían vasijas de barro por el “Ñaño Vega;
ollas, tinajas y múcuras (vasijas de aquel entonces).
Para estos tiempos ya residían un poco retirados del Puerto
del Higo, José Rassini italiano y Juana Vallet francesa y sus hijos Otilia y
María y el mayor Félix, quienes llegaron a estas tierras huyendo del rigor de
la guerra de los Mil Días, y se habían retirado del circo llegado de Europa.
Estos se convierten en los primeros colonos en pisar las tierras donde hoy se
asienta Tierralta.
Más tarde aparece Aníbal Salcedo Morales, recorriendo las
riberas sinuanas en canoa, cargado de recuerdos nostálgicos, jarabes,
vermífugos y quinina con que aliviaría algunas de las enfermedades tropicales
que pululaban por el Alto Sinú.
Aparecen con los días, meses otros pobladores que se instalan en el “Puerto de los Chivos”, cerca al Puerto de Mamary[4]
como el señor Padilla, el “paisa” Bolívar, Encarnación Palencia, Santander
Brunal y Londoño, entre otros.
Salcedo Morales llega al naciente caserío y se hospeda en
casa de Rosa Tordecilla, con el correr del tiempo hace vida marital con Isabel,
de cuya unión nacen Elida y Horacio.
Vinculado definitivamente al pueblo Aníbal Salcedo
contribuye al progreso de la naciente población. Contrae matrimonio con
Enriqueta Castro, en este hogar nacen Abraham Antonio y Flora Fermina
verdaderos y auténticos hijos de Tierralta.
El Pueblo continúa creciendo y van llegando otras familias a
formar parte de él; Manuel Cabrales Pérez (Macapé), Pedro Camaño; los años
pasan rápidamente y una oleada de pioneros del progreso de los años 20, invaden
a la región; Rafael Anaya, Cristóbal Rosso Pereira, Alejandro López, Carlos
Rosales, el “turco Guaricongo”, David y Gilberto Ruiz, Adam Gómez, Bernardo
Zúñiga, Alcibíades Urueta, Lorenzo de Castro, los hermanos Puche, Jaramillo (Pantaleón,
Hilario), Calazanc Calonge, Sergio Assías, Pedro Cabria, Gabriel Cabrales,
Emilio Cura, Diego Fernández Cogollo, Fernando Doval, Juan Montero, Jorge Salúm,
José Nerio y otros cuyos nombres se nos escapan involuntariamente.
Con este puñado de hombres con sus respectivas familias, el caserío se fue extendiendo y
aparece el trazado de nuevas calles, avenidas y callejones que toman nombres
peculiares y simpáticos: Calle de los TIESTOS,
avenida de los CHIVOS, la ley del TIEMPO,
la CONVENIENCIA, las FLORES, algunas hoy desaparecidas por las arremetidas
del río contra la población el 20 de agosto de 1932.
III.
PERSONAS QUE APORTARON ELEMENTOS DE
PROGRESO
_______________________
E
|
l devenir de los tiempos
trajo para la joven población un empuje de progreso a pesar de la modestia de
espíritu de sus hijos, hombres que empapados de sudor tumbaron selvas de sol a
sol, que el trabajo les servía de distracción y se embriagaban del hermoso
paisaje que a sus ojos brindaba la naturaleza.
De esos viejos patriarcas, vive el recuerdo de sus obras,
las nuevas generaciones podrán agregar lo que depare el porvenir, pero queda
latente el ejemplo de una legión de hombres que hicieron patria, por una región
llena de leyendas.
Veamos una lista de personas que hicieron o aportaron obras
de progreso y trajeron novedades a la región:
La primera iglesia: Construida por David y Reinaldo Ruiz
en 1919, la madera (horcones) es donada por Aníbal Salcedo. Esta iglesia es
remplazada por una de tabla, construida por Dámaso Horta.
Primer sacerdote. Arístides Mendoza
José Gómez
Primer sacerdote nativo Julio César Vidal Ortiz
Primer obispo Julio
César Vidal Ortiz
Primer párroco Telmo Padilla
Primeros policías Eusebio Reyes
José María Hernández
Primer profesor Rafael
Buelvas (sueldo $0.25 Ctvos)
Primeros peluqueros Francisco
“Pacho” Soto
Gilberto
Ruiz
Primeros profesionales Julio
de Castro Herrera (Abogado)
Diego De Castro Jaramillo (Ingeniero Químico)
Primer zapatero Luis y Octavio Tordecilla
Primera escuela “El Carmen” de Manuela Tribiño
Primera directora
de escuela pública Raquel Cabrales
Primer cine mudo Santander Brunal
Primer teatro “ELVIRA”
de Francisco Freja “CARIBE”,
“EL TAY” de Luis de la Vega, “QUIMARY”
de Yadala Jalilie Silva, “HUMNEFA de Humberto Negrete Fajardo.
Primer teléfono Instalado a Cristóbal Rosso Pereira en 1936 por
Digno Junieles.
Primer radio David Ruiz y Cristóbal Rosso Pereira.
Primer carro Julio Barón, después un ford de Rafael
Anaya
Primer bus (chiva) Adán Gómez (la Paloma) y
Cristóbal Rosso P. (el Gladys, el Oneida).
Primera bicicleta Luis de la Vega Luna y
Dámaso Horta
Primera bicicleta con
motor
Miguel
Freja
Primera planta eléctrica Traída por José Rico Villamizar a los señores Ruperto
León, Amaranto Corcho, Nicolás Vargas y Carlos Román.
Primera casa de Zinc Construida por David Ruiz para José Pantaleón Jaramillo,
conocida como casa de Setrack.
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